yo... la peor de todas

viernes, abril 08, 2005

Los perritos de los carros

Es muy común ver en el centro Montevideo, carros de hamburguesas en casi todas las calles que cortan la Av. 18 de Julio. Cuando me vine a vivir a Uruguay me hice adicta a esas hamburguesas hasta que me subí a la balanza y se acabó la joda. Hoy las como sólo una vez por semana (los viernes específicamente). Nunca pensé que existieran hamburguesas más ricas que las de McDonalds (al menos para mí) pero estas si lo son. Traen queso, panceta y todo lo que uno les quiera agregar (una bien completa debe pesar más a menos medio kilo!!!). Se les puede poner: lechuga, tomate, choclo, arvejas, pepinos, hongos, morrones, cebolla, picles, ajies, aceitunas, salsa criolla, chimichurri, salsa picante, salsa de ajo y perejil, picantina, mostaza, mayonesa, etc. Cuestan entre 2 y 2,5 pesos argentinos (según el carro). Mi favorita lleva (después de muchas experimentaciones): mostaza, salsa picante, morrones, aceitunas, tomate, cebolla frita, panceta y pepinos. Pero lo que más me sorprendió de los carros no fue la comida, sino unos visitantes que se repiten en casi todos ellos y que logran lo que quieren de mí: LOS PERRITOS DE LOS CARROS. No sé muy bien si son perros callejeros o tienen dueño. La mayoría de ellos están bien cuidados. Son unos verdaderos genios en el arte de pedir y de llegar al corazón de la gente. Uno está comiendo su hamburguesa o su pancho o su chorizo y de repente baja la vista porque hay algo que le dice MIRAME y ahí está: un perrito con cara de víctima total, mirada hipnótica y lastimosa que invita a que se lo convide con lo que uno está devorando. Sus ojitos tristes papadean y la mirada intensa hace que uno corte un pedazo de lo que sea y se lo de al pobrecito. Pero ojo, no aceptan pan o verduras, sólo gustan de la carne (son unos tontos bárbaros!!). Y así van pasando de persona en persona, a todos con el mismo cuento, sin aceptar un no como respuesta. Les juro que hay uno que está en un carro que se llama "El Galleguito" que cuando te mira hasta una lagrimita se le cae. Y la verdad a mi me pueden. La otra noche cruzabamos la calle y en la esquina había un carro abierto pero sin gente (era de madrugada), un perrito esperaba en vano un cliente para mangar pero a falta de clientes me miró a mi y no lo pude resistir:
Nancy: Diego... tenés guita?
Diego: para?
Nancy: para él... (el perrito me miraba con la mirada más triste y suplicante con la que un ser viviente puede mirar a otro)
Nancy (a la señora del carro): una doble sin aderezos para el perrito por favor!!!
Y si , con los perritos de los carros tengo el si fácil.